Tuesday 14 September 2010

Pronto perderemos hasta nuestro acento…

Cada vez que la versión impresa del semanario Clave se emitía, no había humano que resistiera estar cerca de un stand y no tomar uno. Uniformidad en la información y sobre todo un monitoreo constante a las atrocidades estatales y algunas veces (no todo el tiempo, hay que ser justos) empresariales; sin dejar de mencionar que se había convertido en uno de los pocos medios de comunicación que no promovía la impunidad. Ese solo diario era capaz de concentrar y propiciar la función de control social que debemos ejercer todos los ciudadanos y ciudadanas.

Dime, ¿qué? ¿Qué es lo que quieren? Dime, dime… ¡No me mareen! ¿Acaso la clausura de este diario tiene relación directa con el proceso que se lleva a cabo en estos momentos de organización y conformación de los órganos estatales que establece nuestro nuevo texto constitucional? Estoy segura de que Clave hubiese publicado la lista de todos/as los aspirantes propuestos a: Junta Central Electoral, Tribunal Constitucional, Cámara de Cuentos, perdón de Cuentas, Consejo del Poder Judicial, la Suprema Corte de Justicia, Tribunal Superior Administrativo, entre otros.

La Cámara de Diputados y el Senado estudian los expedientes de los candidatos/as a las entidades estatales que pretenden mejorar el “performance” del Estado dominicano; no obstante, debemos velar porque los perfiles de aquellos actores que conformen esos órganos no sean de personas pasivas y partidaristas, sino más bien un equipo de ciudadanos que mantengan un equilibrio con miras a mejorar la percepción ciudadana en lo que refiere a la administración pública, sus integrantes y funciones.

¡Está bien! Volvamos al inicio. Definitivamente debo superar el hecho de que Clave no existe; después de 4 años depositando mis letras y mis ideas en ese espacio de casi cero censuras, aún no logro adaptarme al hecho de que volvimos hacia atrás en el tema de la credibilidad ciudadana en el periodismo serio y de investigación. Con esto no quiero decir que no exista buen periodismo impreso y digital en el país; ejemplo de esto es: 7 días, perspectiva ciudadana, el Nuevo Diario, y uno que otro periódico impreso; pero, una gran parte de estos diarios al estar permeados por noticias banales y que no profundizan en los hechos, se desvanece su peso con tan sólo abrir el periódico y se nos chorree la tinta o nos ceguen los anuncios que parpadean en la pantalla. Ahora bien, no voy a dejar de plasmar la idea inicial que me inspiró escribir este artículo de opinión: ¿habrá sido una movida estratégica anular un periódico como Clave en una coyuntura como la actual?

Ya nadie habla ni de eso ni de la Barrick, ni de la cantidad de muertos que Patología Forense anuncia todos los meses; ni de Agosto, ni de Don Arturo del “Time”. No se escucha ni una voz clamando por el presupuesto suplementario, o por la emisión de más bonos ni tampoco por la cuota del 50% de mujeres en la administración pública (que no se cumple ni un 10%) y que lo establece nuestro nuevo texto constitucional. No hay un alma que hable sobre la presencia de Félix Bautista en el Senado, o de los golpes que se dieron él y Víctor Díaz Rúa en el Palacio. Lo que más me sorprende es que no se toque el tema de vinculación directa entre el incremento de las deportaciones y los innumerables casos de droga y de sicarios; ¿estarán yendo a hacer una especialidad en la materia a los EEUU? Y, lo que ya les había mencionado, la conformación de los nuevos y ya existentes órganos constitucionales que serán los dibujantes de nuestro destino desde hoy al 2016 (en algunos casos, en otros más tiempo, otros podrán ser removidos).

La desaparición de Clave duele, sin embargo no es razón para tirar la toalla; al contrario, ahora es que más creatividad y pasión necesitamos para despertar a “Quisqueya la Bella”. Parecemos “zombies”, mordiendo el aire todos los días, sin sentimiento que nos compadezca ni situación que nos mueva el piso; nos hemos vuelto un poco insensibles.

No le regalemos nuestra voz ni accionar a nadie. Ya somos dueños de los periódicos más influyentes del momento: las redes sociales. Forma tu grupo, moviliza a tus amigos/as que le duele su país y alerten a la ciudadanía más pasiva de lo que está ocurriendo. Lean entre líneas y no dejen escapar las noticias tan rápido. No perdamos las ganas ni las esperanzas (quizas este artículo es una terapia para mi misma, jumm). Si perdemos las esperanzas de que se puede construir un país mejor y más informado no quedará cuerpo que resista no fugarse; no permitamos que más cerebros se escapen desesperados y frustrados, ni mucho menos que perdamos el interés común de vivir más tranquilos y felices. Este país está siendo invadido por terrestres deformados; ya ni los extraterrestres les interesa lidiar con tantos problemas. Si le seguimos abriendo camino a esos terrícolas pronto perderemos hasta nuestro acento.

Thursday 9 September 2010

El periódico no tiene quien le escriba…

Como me encantaría que Márquez rescribiera su obra el “El coronel no tiene quien le escriba”. En la nueva edición, el personaje principal sería un periódico carente de letras, falto de ideas, huérfano de historias, desprovisto de noticias. Para aquellos que no han leído el libro no los voy a invitar a hacerlo, pues no es mi favorito; pero sí les cuento que la palabra final del libro fue una de las razones de su fama; entonces, por lo menos, cuando pasen por una librería, diríjanse al stand de Gabriel García Márquez y abran el libro en la última página y recuerden este artículo.

Volviendo al tema inicial, les cuento que colaboro los miércoles (cuando puedo) en el programa de radio de doña Socorro Castellanos, a la 1pm en CDN en la radio. Para comenzar el programa, tenemos un segmento de las buenas noticias. Cuando colaboré la primera vez, me pareció que el segmento era necesario en virtud de que las malas noticias y las desgracias en los diarios son una peste que se reproduce y se te paga hasta por la tinta negra del papel.

Desiré, doña Socorro y yo investigamos las buenas noticias y ofrecemos un almuerzo de buena vibra a los radio oyentes. Pero… QUE DIFICIL se nos hace, cada miércoles, poder dar con esas buenas noticias en la prensa nacional; ¡el Niágara en bicicletas! Cada vez el segmento se acorta más y más. Me pregunto: ¿es que acaso en el país la negatividad arropa la cotidianidad, o es que el periodismo se ha vuelto cada vez más pesimista?

El periódico no tiene quien le escriba a las nuevas generaciones, a los optimistas, a los esperanzadores, a los que buscan un por qué… Es cierto que si el país no va por buen camino debemos de golpear a los que tienen la rienda para que enderecen el caballo; pero de paso, nos estamos llevando a todos/as y lo único que reseñamos es sabor amargo y energía negativa. Me pregunto, ¿cómo podemos ser un país mejor si todo lo que aprendemos y nos enteremos son los errores cometidos y las malas prácticas? La diáspora se alimenta de ese componente negativo destacado con marcador amarillo fosforescente.

La humanidad tiende a subrayar las imperfecciones sin detenerse a observar las maravillas y, sin darse cuenta que estas últimas son las que nos ayudan a pasar la página todos los días. Cosas maravillosas ocurren en todos los rincones del país, sólo hay que descubrirlas y hacer eco de ellas. El periodismo no puede reflejar un único punto de vista; debemos ser objetivos a la hora de escribir o hacer reportajes o investigaciones, para así dar la oportunidad al lector de ver el vaso medio lleno o medio vacío.

La esposa del coronel del libro de Márquez, al final de la historia, le pregunta al coronel “¿qué vamos a comer?”. Yo les pregunto a ustedes: al final, “¿qué vamos a leer?”. M….